La Pampa de Pocho es imponente, y lo que enamora es su monocromía absoluta y su silencio. Esta casa se levanta en medio de ella, sorteando tres grandes piedras, que a su vez la protegen de los fuertes vientos y de tanta inmensidad.
Por tratarse de una zona inhóspita climáticamente (muy fría, seca y con fuertes vientos); y además alejada de cualquier población, con accesos dificultosos y sin mano de obra especializada en construcción; la elección del sistema contructivo se transformó en una pieza clave del proyecto. Se optó por un sistema industrializado que permitiera un fácil acarreo de todos los materiales (livianos) y una colocación bajo condiciones físicas desfavorables (clima riguroso, sin agua, sin luz, etc).


La vivienda se cierra al sur, en donde se encuentra el ingreso; y se abre hacia el norte, descubriendo la grandeza de las sierras y captando todo la luz y el calor posible. En el interior dos patios acompañan el recorrido; uno más grande que hace de nexo con la zona de asadores; y otro muy estrecho, el de los cactus autóctonos, que ilumina el pasillo de los dormitorios.
La piedra utilizada es de la zona (único material que requirió uso de agua); el agua llega a través de bombeo desde una vertiente cercana y la iluminación es conseguida por energía solar.
El resultado de este proyecto fue dar escala al habitar y celebrar en cada espacio las vistas formidables de la naturaleza.






